20 de julio
"El Valle de la Niebla" resulta ser un sórdido fumadero de opio. Un humo letárgico y dulzón, cual espesa y narcótica niebla, envicia el aire. Las penumbras sólo son quebradas por agonizantes y trémulos pabilos. La habitación es un fétido y descascarado cajón chorreado de gotas de parafina y dudosos coágulos verdosos. Burbuja y Coco se recuestan sobre unas alfombras de mimbre. Alguien les alcanza una pipa compuesta por una larga caña de bambú, en cuyo extremo se encuentra un pequeño recipiente de barro cocido cubierto por enigmáticos ideogramas. La presión sanguínea decrece, la respiración se ralenta, las pupilas se contraen y comienza la náusea. Coco murmura algo pero Burbuja no puede oírlo. Si pudiera hacerlo, se daría cuenta de que tartamudea fragmentos de poemas de Coleridge y De Quincey. Antes de dormirse por completo, un chino les dice algo en mandarín y luego les entrega una etiqueta de chocolate doblada en cuatro. |